Ortigosa, Juan Pablo –la profesora tomaba lista como cualquier jueves a la mañana.
Presente –le contesté.
Disculpe, yo soy Juan Pablo Ortigosa –acotó alguien, sentado varios bancos atrás mío.
No, - le dije, dándome vuelta para discutirle –soy y…
Ojos marrón claro y pelo puramente negro. Tenía la misma barba desprolija, dispareja. Mi campera bordó favorita, mi remera blanca Tommy y mis jeans chilenos. Era como verme en un espejo. Y, a juzgar por su cara, él se encontraba tan sorprendido como yo.
¿Quién sos? –Nuestras voces sonaron al unísono. La clase enmudeció. Nos miraban como un bicho raro, algunos hasta se alejaban asustados. Nunca había estado tan confundido.
Nos paramos y caminamos, al mismo tiempo cada paso. Llegamos a estar frente a frente. Estiré mi mano derecha, él también. Nos tocamos los hombros, la cara, la ropa, ninguno movía más que el brazo.
Nos miramos a los ojos, solo se veía miedo. No sabíamos qué decir. Mi cabeza podía pensar en una sola cosa, creo que la suya también, uno de los dos no era el verdadero. ¿Quién?
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