Ya que no podemos extraer belleza de la vida, busquemos al menos extraer belleza del hecho de no poder extraer belleza de la vida. Hagamos de nuestra ineptitud una victoria, una cosa positiva y alta, con columnas, majestad y aquiescencia espiritual.
Si la vida (no) nos dio más que una celda de reclusión, empeñémonos en ornamentarla, aunque solo sea en las sombras de nuestros sueños, dibujos y colores mixtos, esculpiendo nuestro olvido sobre la inmóvil exterioridad de los muros.
Como todo soñador, soñé siempre que mi destino era crear. Como nunca supe hacer un esfuerzo o activar una intención, crear fue algo que, en mí, coincidió siempre con soñar, querer o desear, y hacer gestos con el hecho de soñar los gestos que desearía poder hacer.
Fernando Pessoa como Bernardo Soares, Libro del desasosiego.
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