Siento
que alguien grita mi nombre, ¡vení, Alma! Eso me despierta. Camino
por el pasillo que me lleva hasta el baño. Paso por delante del
espejo. No me veo. Mi imagen no está. Doy un paso, me detengo. No
puedo seguir mi andar. Vuelvo y me quedo unos instantes frente a él
y no me veo. No estoy. No es el mismo espejo de siempre. Capaz que se
cansó de serme fiel. Quiero tocarlo y no tengo manos, no tengo
brazos.
Me
miro los pies, no los veo, no tengo piernas, no hay costillas ni
espalda, ni hígado. No hay páncreas ni corazón. No soy. No tengo
ojos, no está mi nariz ni mi boca. No tengo rostro. No estoy. No
puedo observarme.
Soy
abstracta de todo y de nada. Soy una nube de emociones. La idea de mí
me atormenta. Soy un concepto de existencia. La angustia que siento
me lleva, me recorre el no ser. Me recorre y no se detiene. Quiero
parar esto. Quiero completarme. Ser estructura, ser espina dorsal.
Quiero ser sangre y carne. Ser sensaciones. Quiero tenerme. Ser
garganta y gritarles a todos: soy Alma.
Alejandra
L. Malvotti, 2018.
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