Sigo erguida
envuelta en una bruma onírica
un silencio afiebrado
me recorre
íntegra
el hueco por el que miro
se expande
se dilata
con el calor de mi cuerpo
me muevo en la cama
me acuno
con un chirrido agudo
una palabra tallada
que indica presencia
envuelta en llamas
escucho voces
murmullos de personajes etéreos
siento el esfuerzo
su fuerza
por mantener la voz
alejada
impalpable
imagino la palabra de un rostro
cansado
surcado por el humo
el cabello largo
blanco
alborotado
no condice
no-coincide
con la máscara del día
y entonces gritos
alaridos al borde del abismo
somos hordas de cuerpos inertes
corriendo barranca abajo
nos damos las manos
nos miramos
fijamente
buscando respirar
la semilla que nos deja
emparejar dos hemisferios
tallados a mano
surcados por cuchillos oxidados
nos detenemos
por un instante
en el borde de los paredones
y luego
nos lanzamos
al murmullo del humo
al calor de la piel
a la marca del cuerpo
a la bruma onírica
en la que pese a todo
sigo erguida
Mari Cambareri, 2018.
Rosario.
Nadav Kander |
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