No sé si sueño con Zurita leyendo, o si leo a Zurita
soñando.
Estamos entre las montañas, lo escuchamos leer parados
en plena cordillera. Pero a nosotros nunca nos
hallarán porque nuestro amor está pegado a las rocas, al mar y a
las montañas. Vemos valles negros repletos
de flores por los que baja el eco oscuro de sus palabras.
Se repite. La voz del poeta vuelve como un
mantra, pegado a las rocas, al mar y a las
montañas.
Esta noche no sé si vivo o sueño. Transito una voz. Me
dejo conducir por el azar en versos que propone, me acoplo a su ritmo
de noche que canta:
pegado a las rocas
al mar
a las montañas
Va cubriendo con la manta de su voz un desierto de
silencio. Sin darnos cuenta estamos en la calle, remontamos las
áridas montañas y los valles resecos por los que vinimos. Nos
miramos a los ojos y no hace falta decir nada. Somos extranjeros de
nuestra propia lengua. En la noche ficticia, las palabras duermen.
Mari Cambareri, 2018.
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