Si
tenés que enseñar poesía, golpeá la pizarra con la tiza de la
luz.
No
alcanza, no es útil para captar la atención del auditorio.
La
poesía no debe ser útil.
Tengo-que-enseñar-poesía.
Escribí.
Escribí más allá del tiempo. Hacé escribir a otros. Que se
lancen.
No
quieren. Dicen que no pueden. ¿Cómo ser el espía de Dios cuando tu
auditorio te está enviando señales de odio a través de las llamas
de sus ojos?
Es
porque están enjaulados. Hacé que se liberen.
¿Cómo?
Con
poesía. Que palpen que la palabra poética es darle una voz a las
calles sin lengua.
¿Y
si no quieren?
¿Quién
no quiere crear nuevas noticias?
Hace
que experiencien
que
poesía
no
es
un-tema-más-a-evaluar-en-un-examen
que
no es
irrelevante.
Que
es
todo
aquello
que
los mortales
(no
poéticos)
quieren
que no sea.
Soledad Arienza, 2018.
A partir del poema La poesía como arte insurgente, de Lawrence Ferlinghetti.
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