Corocher |
Del perchero, quieta,
casi aplastada contra la pared
cuelga la mochila
el aire no le llega
cuelga verde, blanca y roja.
Disparo los brazos hacia ella
siento la ineludible necesidad
de traerla hacia mí
y colocarla encima del escritorio
en donde estoy escribiendo.
Ahora también es azul por una mancha de tinta.
Hay humedad acomodada entre sus hilos
hay dos bollos de papel
un poco de yerba en las costuras
y una musculosa
que también sigue vacía desde hace un año
una flor marchita de diente de león en el bolsillo
y por supuesto las piedritas del río.
Como si se levantara la memoria
de entre los pliegues
me viene el recuerdo
de tu cabeza dormida sobre la tela áspera
en plena madrugada
como hoy
la última noche de febrero
justo después de haber soltado los vértices
justo al borde de donde pasan las cosas que no se piensan.
Vuelvo a meter la mano en el interior, la muevo de un lado a otro
tocando el vacío:
no hay fórmula para ordenar tanto desastre.
Tiby R.
En respuesta a la consigna de #ventanaalaescritura.
Vos también podés enviarnos tu texto.
#compartamosleeryescribir
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