Un regalo de
mis cuarenta
tanto cariño
en su cuero negro
la hice
perdurar
demasiado
tenía
gastada su piel rugosa
zonas grises
delataban
su cansancio
grietas
insalvables
el cierre
trabado
perdía las
monedas
me daba
vergüenza
sacarla de
la cartera.
Dejando la
nostalgia de lado
compré otra
debía ser
distinta
destacarse
del pasado
color rosa
chicle
con brillos
y una flor bordada
me daba
esperanzas.
En un ritual
sobre la
mesa del comedor diario
vacié la
vieja billetera
para llenar
la nueva
fotos de mi
hijo pequeño, otra crecido
escondida
había una de mi ex marido
estampitas
de un santo y la medalla de la virgen
papelitos
con direcciones de lugares que ya no recuerdo
una tarjeta
de un consultor que nunca me confirmó el trabajo
monedas
vencidas
la de Brasil
escondida como recuerdo de una aventura
un billete
de cinco pesos
varios
comprobantes celestes que te dan cuando emitís el voto
tickets con
sus letras gastadas, ilegibles
imaginé qué
podría haber comprado
un
regalo por el cumpleaños de mi madre
chicles
de menta suave
entradas
al teatro
la
play de mi hijo que no declaré en aduana
una
de mis tantas libretas donde anoto ideas inspiradas
ropa
nueva que siempre necesito por el trabajo
quizás
un vestido para esas salidas especiales
o
las calzas,así me decidía a empezar gimnasia
un
libro de los clásicos o la edición de Poe de sus cuentos compilados
encontré el
anillo que dejé de usar hace tiempo
la nota que
decía feliz cumpleaños
un caramelo
vencido.
Guardé lo
necesario
aquello que
perdura a pesar del tiempo
lo marchito,
lo inservible, sin valor para mirar hacia adelante
lo tiré a
la basura
costó un
poco
quedar más
liviana y libre
aunque ahora
tengo espacio
para
atesorar nuevos recuerdos
quizás
dentro de unos años
cuando
vuelva a contemplarla
¿quién
sabe?
Andrea Larrieu, 2020.
Jasik |
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