Dejás
de dar palabra
en mí
no de un momento para otro
ni repentinamente
lo hacés poco a poco.
Por ejemplo,
evitás decir:
miel
néctar
duraznero verde
ambrosía
reina de la noche
y me iré desintegrando
haciéndome humo
donde antes había destello
brillo olor cadencia
quedará piel sin poesía.
Luego agregás tiempo
de prolongados silencios
combinados
con falta de respuesta
o destiempo.
Permanecés ahí
sin moverte.
Incluso podés
pronunciar algún conjuro:
abracadabra pata de cabra
que del nudo del pañuelo
me desate.
Y ahora sí
dejás de dar palabra
en mí
completamente
ya no existiré
no habrá en mí boca garganta
que pronuncie
ni tendré voz
ni sabré cómo decir
en la luz rosada del atardecer
como chispas entre los pinos
que de rama en rama
el picaflor vino a mi hibiscus.
(no hay nombre que nombre)
la falta
seré toda
desmembrada
soberana de la ausencia.
Ana Marin, 2020.
Easton |
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