hundís tu mano
en mi pelo
se hace puño
tirás
delicadamente fuerte
me inclinás
apenas
hacia vos
sonrío
de costado
asomo mi mueca
esa que te agita
es motor
te huelo
tus manos
pinzan mis caderas
me vuelvo presa
tu aliento
humedece y entibia
mi espalda
tus muslos
descansan en mis pies
se hunden
te sostengo
sudadas mis manos
sobre tus rodillas
me entrego
incluso en una esquina
aún sonriendo
encendida
vibro
esta nube
supo ser cielo
al pie de la ventana
guardiana
del tiempo de amar
hilo de luz
filtra dibuja
mi pelo
mi espalda
mis pies
desnudos
de vos
Virginia Zarlenga, 2020.
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Easton |
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