K Divine |
Castelli, ¿qué soñaste?, le preguntó, anoche, María Rosa.
Castelli, boca arriba en la cama, abrió los ojos a la oscuridad del dormitorio, y llevó su mano, la que no escribe, hasta la entrepierna desnuda de María Rosa. La sintió húmeda y tibia.
¿Soné?, preguntó Castelli, la mano que no escribe, húmeda y tibia, en el vientre desnudo de María Rosa, allí donde, para las yemas de los dedos, para la piel de la palma de la mano, todo era sumiso y previsto.
Hablaste. Hablaste mucho. María Rosa sonrió en la oscuridad.
Castelli pasó su lengua, herida, por la boca que habló:
¿Soñé? ¿Es verdad que hablé mucho?
Soñaste. Y hablaste mucho. Le recé a Santa Rita, Castelli, para que te cure. Y para que seas solo mío, suspiró María Rosa.
Castelli, sobre ella, que se hundía en ella, se pasó la lengua, herida, por los labios.
¿Es verdad que soñe y que, en el sueño, hablé?
Hablaste, Castelli, hablaste, dijo, húmeda, la boca de María Rosa. Y te vas a curar.
Andrés Rivera, La revolución es un sueño eterno.
Propuesta de escritura para hoy:
-Contar un día o una escena de la vida cotidiana de un personaje histórico.
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El libro recomendado de hoy es La revolución es un sueño eterno de #AndrésRivera
#ventanaalaescritura
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