En lo vasto,
a cielo abierto
no siempre cantan los pájaros ;
no siempre el viento
agita su vuelo.
A veces es necesario
ser vallados,
sentir un borde que nos abrace,
que nos contenga,
donde la vida se anime
a volver a parirse;
donde la vida no tema volver a partirse.
Alambrados mis bordes;
y angostado el territorio
del moverse,
en ésta apretura del destino,
percibo que,
no todo es estrechez,
también en el adentro
sobrevuelan cielos.
Cada noche,
a rienda suelta,
un estreno.
Un escenario de sueños,
de ensayos pasados
y libretos nuevos,
reaniman escenas
dónde mi vida entra en juego.
Como pájaros revolotean;
se avisparon, están despiertos.
Entonces, me doy cuenta,
que a veces,
lo abierto es adentro.
Cómo si supieran
que hay un techo que los contiene...
Cómo si supieran
que hoy es posible que los registre,
que repare en ellos,
e intente develar su misterio.
En lo amplio,
en lo extenso,
a veces me pierdo,
no escucho mis voces,
no escucho mi cuerpo.
En el afuera,
un abanico de fugas,
variedad de atajos,
y huidas posibles.
Habitar mi espacio,
hacerme morada,
es don,ofrenda,mirada.
Sentir mi propio ritmo,
mis pulsaciones,
mis temores y mi aliento.
Conectar con mi intuición,
dejar volar la imaginación,
y recrear así,
todos mis posibles;
no ya como atajos
sino como vertientes.
Sentirme viva,
estar conmigo.
Delimitar
mi frontera de contacto,
lo propio y lo otro.
Soltar la cuerda, a veces,
y también,
saber enrollarme,
para que arda la vida
en pequeños gestos,
y mis pliegues
se vuelvan alas
donde viajen mis sueños.
Elena Agnese.
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