#ÁMSTERDAM
Como la niña de los fósforos que espía, a través de los cristales, la intimidad de una habitación donde está la mesa puesta, cubierta de un blanquísimo mantel y fina porcelana, y donde humea un pato asado relleno de ciruelas y manzanas, así me asomo a la vida de los otros. Tal vez porque no hay un objeto más misterioso que una ventana iluminada, en cuyo interior se ama, se comparte, se disfruta, se llora, se ríe, se sufre, se tiembla, se cuecen los días y las noches, el pasado y el presente de las personas. Por eso estoy aquí, de pie, sobre la Prinsengracht 263-267, en Ámsterdam, mirando la fachada del antiguo almacén, que sirvió de casa en la clandestinidad a Ana Frank, mientras trato de entender cómo una niña pudo creer, frente a toda evidencia, que la gente es buena en el fondo de su corazón… y enciendo un fósforo, acaso su luz me permita también ver, entre tanta miseria humana, la belleza que aún permanece.
María Pía Marcaida, 2020.
@lacatalinaescribidora
En respuesta a la consigna de #ventanaalaescritura
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#compartamosleeryescribir
5 comentarios:
Me encantó este relato. Felicitaciones María Pia por este exquisito y emotivo texto.
Muy bueno Maria Pia me encanto
Excelente relato María Pía!
Una belleza que se disfruta de a sorbos, con deleite. Me encanto 22!!! (creo que sabes quien soy jaja)
Hermoso María Pía! Tus palabras siempre acariciando el alma de los que te leemos... transportandonos a lugares y situaciones mágicas... me encantó!
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