El rincón de la cocina constituía siempre por sí mismo un pequeño cuarto, el cuarto más agradable de la casa en lo que respecta a situación y conveniencia. La joven Mrs. Ladbruk, cuyo esposo acababa de recibir la granja en herencia, miraba con ojos codiciosos este acogedor rincón y sus dedos sentían una comezón por hacerlo hermoso y cómodo, con cortinas de chintz y bols con flores, y un estante o dos de porcelana antigua. La mohosa sala de la granja, que daba a un prolijo pero sombrío jardín rodeado por altas paredes desnudas, no era un cuarto que se prestara al confort o la decoración.
Saki, Animales y más que animales.
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