En las semanas siguientes María no posó para él ni le permitió usar otras modelos. Aparecía inesperadamente en el estudio y se ponía a charlar mientras él pintaba. Una tarde, cuando entró en el estudio, vio a una mujer desnuda sobre la plataforma de modelos, tirada sobre unas pieles, mostrando sus curvas y su espalda que parecía de marfil.
Más tarde, María hizo una escena. Novalis le rogó que posara para él; ella finalmente aceptó. Agotada por la discusión, se quedó dormida. Él trabajó durante tres horas sin pausa.
Con franca modestia, María se admiró en el cuadro tal y como lo hacía en el gran espejo de su habitación. Ebria por la belleza de su propio cuerpo, perdió por un momento la conciencia de sí.
Anaïs Nin, Pajaritos.
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