Entre la cabina de primera clase y la de clase turista está la cocina. Al pasar por delante, Annette, la última de la cola, ve en una estantería bandejas de almuerzo, con sándwiches envueltos en plástico y postres con tapas herméticas. También está el carrito de las bebidas, colocado de forma que no impida el paso. Agarra varios sándwiches, tres botellas de ginger-ale y un puñado de maníes envasados al vacío y los mete en la cartera. Más que por capricho o porque tenga hambre, lo hace porque piensa que pueden necesitar provisiones. De todas formas, sin dudas los recogerán pronto, porque el avión habrá enviado una señal de socorro. Los rescatarán en helicópteros. Aun así, estará bien tener algo para el almuerzo.
Margaret Atwood, "Historia de un viaje", en Chicas Bailarinas.
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