Me tienen miedo y se esconden. Algunos usan barbijo como pistoleros del lejano oeste, aquí en el cercano.
No se tocan y escapan a los quince minutos, cual Cenicienta con incontinencia.
Desde mi insignificancia despierto sus temores más oscuros. Muerte, soledad, aislamiento, no saber, todo eso y más les represento.
Algún día me van a eliminar, ya lo sé con eso vivo, a hierro mato a hierro muero. Aparecerá otro temor igual o peor a sus ojos, pero este momento es mío y lo disfruto.
Corro libre enloquecido, ciego de impulsos ataco a víctimas variopintas. El tiempo se acaba, el siglo se va. No sirve de nada clavarse el puñal. El fin soy yo.
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