Venía
vibraba
el ruido
interminable de un taladro sobre el cemento
el oleaje del ruido
interminable de una bocina sobre el ruido del taladro en el
cemento
el ruido del sonido
el sonido de la bronca entre el
taladro
en el cemento
mucho humo
el sonido que taladra la
bronca
más bocinas
voces
sirenas
metales
plásticos
lenguajes
el
incesante ruido de cualquier cosa que pueda sonar
voces taladros
bocinas broncas
bate el parche la temperatura
sube sube
sube
las piernas
agotadas
acelerador
freno
acelerador
balizas
bocina de
alguien y más bocinas
ventanas bajas
brazos al aire
intuyo
un sonido musical entre el ruido del taladro las bocinas las
broncas
una melodía flotante sobre la traviata descontrolada de
una ciudad en constante reparación
el hartazgo del calor de la
demora la espera la detención infinita
una ruta incierta
un
horizonte maltrecho
la ciudad los ruidos los escombros la bola de
cemento derrumbado penetrando en la nariz
el aire espesado
un
tiempo que muda en letanía
los cables cortados
los nervios de
punta
El pelo despeinado la frente empapada
El aroma espeso del cemento
pulverizado
los motores encendidos
la transpiración que
palpita acorde la intensidad de la hora
la tarde implosionada
un
grito
más bocinas
las veredas sin baldosas
las huellas en
el aire
alergía
rispidez
demoras
La ciudad
estalla en una locura ruidosa
sin pájaros en el atardecer
ni
leves susurros como espuma
La ciudad rocosa
grietas y
ruidos
la ciudad casi destruida
y yo detenida demorada agotada
sin llegar
sin llegar
a ningún lado.
Marcela Manuel, 2021.
Bego Anton |
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