Fraseador
Hoy cumplí ochenta y cinco años. El poeta nació
de trece. En aquella ocasión escribí una carta a mis
padres, que vivían en el campo, contándoles que ya
había decidido lo que quería ser en el futuro. Que yo no
quería ser doctor. Ni doctor de curar ni doctor de
hacer casas ni doctor de medir tierras. Que lo que yo quería
era ser fraseador. Mi padre se quedó medio confundido después de
leer la carta. Mi madre inclinó la cabeza. Yo quería ser
fraseador y no doctor. Entonces, mi hermano mayor
preguntó: ¿pero esa cosa de fraseador trae comida
a casa? Yo no quería ser doctor, solamente quería ser
fraseador. Mi hermano insistió: pero si el fraseador no
trae comida a casa, tenemos que ponerle una
azada en la mano a este chico para que se deje de desvariar.
Mi madre bajó la cabeza un poco más. Mi padre
continuó un poco confundido. Pero no me dio la azada.
Manoel de Barros, Memorias inventadas.
Traducción de José Ioskyn.
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