Declinaciones del monólogo
I
Estoy sola,
Muy sola,
entre mi cintura y mi vestido.
Sola entre mi voz entera
Con una gran carga de ángeles menudos
como esas caricias
que se desploman solas en los dedos.
Entre mi pelo, a la deriva,
un remero azul,
confundido,
busca un niño de arena.
Sosteniendo sus tribus de olores
con hilo pálido,
contra un perfil de rosa,
en el rincón más quieto de mis párpados
trece peregrinos se agolpan.
II
Arqueándome
ligeramente,
sobre mi corazón de piedra en flor
para verlo,
para calzarme sus arterias
y mi voz
en un momento dado
en que alguien venga,
y me llame…
pero ahora
que no me llame nadie,
que no quepo en la voz del nadie,
que no me llamen
porque estoy bajando al fondo de mi pequeñez,
a la raíz complacida de mi sombra.
Porque ahora estoy bajando desnuda
hasta el ardor primero de un pájaro.
Hasta el sol sin hueso de un minero
con su media flor al hombro
y una gran letra de te quiero
al cinto.
Y bajo más,
y más.
Hasta el incesto verde de los niños
que pende como un piano del cielo.
mucho más,
desciendo
Y bajo,
¿Quién me encontrará?
Me calzo mis arterias
(qué gran prisa tengo).
Me calzo mis arterias
y mi voz,
me pongo mi corazón de piedra en flor,
para que en un momento dado
alguien venga,
y me llame,
Y no esté yo
ligeramente arqueada
sobre mi corazón
para verlo,
Y no tenga yo que irme
y dejar mi gran voz,
y mi alto corazón
de piedra en flor.
Eunice Odio.
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