EL PUJO
De una hora a la otra, él va cambiando,
perdiendo alguna antigua habilidad.
Con las rodillas dobladas, el cuerpo de color hojalata
y el pelo negro y gris engrasado
como para un ritual, de cabeza,
mi padre avanza, hora tras hora,
hacia la muerte. Y siento cada centímetro suyo
atravesándome, igual que cada hijo
que bajó lentamente por mi cuerpo,
como si yo fuese Dios y sintiera los ríos
pujar en mí, la presión de la tierra, el universo
mismo acarreado simple y sólidamente,
pasando a través de mi cuerpo como pasa una servilleta
a través de un aro—
como si mi padre pudiera vivir y morir
a salvo dentro de mí.
Sharon Olds.
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