No me gustan mentolados
Para Tomi, más que un simple amigo,
el hermano que me dio la vida
—Al final voy a seguir tu consejo, en mi próxima novela voy a matar un par de personajes. —Me dijo Juanpi mientras se prendía su tercer cigarrillo de la tarde.
—¿Ya estás con una nueva? Bien ahí. Estás fumando tanto que pensé que no te salía nada.
—¿Eh?
—Dale, ¿en serio no te diste cuenta? Siempre que te trabás fumás. Y mucho. Cuando no podías terminar la guerra te fumaste medio atado en un día. Hoy ya llevás 3 en… ¿Cuánto? —Agarré mi celular: 4:35—Una hora y media desde que llegaste.
—Es que está complicado. Si la próxima no es buena… —Parecía perdido.
—Amigo La Piedra del Comienzo me gustó una banda. Pero wacho, no murió nadie —giró la cabeza hacia mí, sus ojos celestes estaban rodeados de ojeras—. El protagonista había crecido sin perder a nadie, todos los soldados quedaron vivos… ¿¡o los revivió La Piedra!? Loco, ¡ni siquiera ejecutaron a los gigantes! —Me toqué los bolsillos buscando mi atado, nada—. Pasame que los míos quedaron adentro.
—Puede ser…
—Algunas muertes no vienen mal, ya te lo dije. Ayudan a darle carácter a los personajes, y generan más empatía —Me ofreció el pucho, lo agarré y me lo acerqué a la boca—. Tampoco para que hagas como yo con Vane y le mates a toda la familia. Aunque es justamente por eso que todos la aman.
—Se, eso es verdad.
—¿De qué se va a tratar esta vez? ¿Un reino perdido? ¿Un mago malvado tratando de conquistar el mundo? —Le di una pitada y se lo devolví. Mentolado, un asco.
—No, no, voy a cambiar un poco. Claramente eso es lo tuyo.
—No digas eso, posta escribís muy bien. Cuando logres entender al público, estoy seguro que vas a conseguir un best-seller —Me reí, aunque iba en serio—. ¿Qué tenés ganas de hacer?
—Pensaba ir por algo más realista, tal vez un poco fantástico, como lo que escribía de pendejo, ¿te acordás?
—Uhh, me encantaban esos cuentos. Justo la semana pasada empecé con los nuevos de Mariana Enríquez. Podrías darle algo de terror, te salía muy bien.
Estiró la mano ofreciéndome el cigarrillo de nuevo.
—Na, gracias amigo, estoy bien. Sabés que no me gustan mentolados.
—Como quieras —se lo acercó a la boca y aspiró lento y profundo. Dejó salir el humo y continuó—. Creo que le voy a poner “El Escritor Frustrado”.
—Me gusta. ¿Tenés ganas de contarme algo o vas a hacerme esperar a que lo lea?
—Ya sabés de que se trata —agarró su mochila del costado de la silla.
—¿Eh? ¿De qué hablás? —Me miró. Tenía la cara seria, sus ojos se habían apagado.
—Va a ser una autobiografía —le dio una última pitada y tiró la colilla en el cenicero—, el problema es que mi vida es muy aburrida. Tenés razón, las muertes ayudan a dar carácter y generan empatía.
—Juan…
—¿Te acordás qué personaje te hubiera gustado que mate en La Piedra del Comienzo? —Había apartado su vista de mí y buscaba algo en la mochila.
—Ee… —Lo recordé al instante— Ildrum, el caballero azul.
—Exacto, el mejor amigo del protagonista —Volvió a mirarme. Sacó la mano, sostenía algo de un negro brillante—. Gracias —apoyó la punta de la pistola en medio de mi frente—, este libro va a ser para vos.
Juanpi Ortigosa.
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