Male and Female, Jackson Pollock. |
Cada cosa en su lugar. Trabajo, pago mis cuentas, visito el mar una vez al año. Tengo una casa, un puñado de amigos, no me falta un sueño para acariciar en lo íntimo. Guardo mis recuerdos, como cualquiera, tengo mi rencor, que es de corta memoria, tengo razones y tengo pasiones. Voy por aguas turbias, como todos. El gran estuario me intriga pero no me asusta. Bailo, cocino, leo, escribo, trato de no comprender demasiado, de estar desnudo, a veces me pongo a escuchar, atento como un pescador a los flotadores, qué hay del otro lado. Todavía me estremezco, soy capaz de llorar y todo fluye, se desliza, está orientado, pero no logro ganarle al silencio una palabra sobre el amor. Mi sueño vagabundo alucinado me hace sentirlo, sin saber cuando comienza ni cuando ya no está, sin dejar de sospecharlo sueño, creyéndole y no creyéndole. Guardado secreto, mi memoria me trae imágenes entre mi habitación y la mesa de la cocina, en mi habitación, y en la mesa de la cocina. Propietarios siempre de la felicidad, creo verlo en los otros, en las plazas, en los cines, en las canciones y en los relatos. Quizás lo recuerde también cuando la evoco, la piel cálida entre las sábanas blancas y la blanca madrugada o iluminada del alba en una playa sola bajo la timidez de las estrellas o con los ojos volados y aferrándome el brazo en aquella explanada barrida por el viento en la que desfilaba la muerte vestida de ocasión. ¿Qué retórica para nombrarte, cuán poco literario para escribirte tiene que ser mi estilo? Y aquellas sobremesas, cuando tus hijos dormían, y volvías a vivir tu vida contándomela y luego tu amor enamorado de mi desamor, fatalmente. ¿Qué parodias y arrebatos hay que desechar? ¿En qué costa ardiente, bajo qué noche inconstelada buscar los restos para construir un sueño y volver a conocerte? Como si se pudiera soñar por imperio de la mera voluntad. Como si pudiera calcularte. Como si no fuera que, simplemente, sucedes. Soñarte, aunque a la mañana te pierda. Aunque sin sobremesa. Aunque solo entre las sábanas y la blanca madrugada y lejos de la playa del alba y las tímidas estrellas.
Ricardo Sarmoria
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