domingo, 29 de septiembre de 2013

"Solo por hoy", Andrea Larrieu


Eugene Delacroix


Sólo por hoy


–Tengo que levantarme.
–Ni loca me levanto. Estoy tan calentita. Afuera seguro llueve, debe estar muy húmedo, el pelo se va a volver inmanejable, los zapatos se me van a arruinar, el tráfico va a estar terrible, hace frío, eso dijeron ayer en el noticiero. Un ratito más.
–Voy a llegar tarde.
–Qué me importa. Llamo y digo que estoy descompuesta.
–No puedo hacer eso. Tengo mucho trabajo, sí o sí debo terminar el informe.
–Qué pasa si no lo termino. Seguro que nada. El planeta seguirá girando aunque yo me quede quieta. Llamo y digo que no voy.
–No puedo. Mejor hago un esfuerzo y levanto la colcha. Sin la colcha voy a dejar de sentirme cálida, los músculos se van a enfriar, la humedad se va a meter debajo del camisón, voy a temblar, el frío me va a dar ganas de hacer pis y no me va a quedar otra.
–No pienso dejar que hagas eso. La sensación es única, el cuerpo se estira, se duerme, se entibia. Tiene derecho también. Hoy decido yo. Quiero ser irresponsable por un día, ¿qué se sentirá? 
–Culpa, eso voy a sentir. También vergüenza por haber mentido, por no cumplir con el deber, miedo de que se den cuenta.
–Sos una exagerada, un día no es la muerte de nadie. Me acuerdo cuando me rateaba del colegio. Cuántas sensaciones: vértigo, emoción, ese miedo atrayente que te cierra la garganta, te pone en alerta y no querés dejar de sentir. Fue fantástico, inclusive el día que me descubrió la vieja. El castigo no fue nada comparado con lo bien que la pasé.
–Era chica. Ahora tengo responsabilidades.
–Pues deseo ser chica por una vez.
–Suena el despertador de nuevo, voy a levantar la colcha.
–Ni se te ocurra, no pienso hacerlo. Me quiero quedar, dale, sólo por hoy.
–¿Querés que te haga caso? ¿Qué te deje hacer lo quieras?
–Siempre te salís con la tuya.
–No es verdad. Algunas veces me contradigo y termino haciendo lo que no quería. Después me arrepiento, y soy como un bosque ceniciento, devastado, desamparado.
–Escuchá lo que pasa afuera, se largó con todo.
–Odio salir cuando llueve, voy a pisar la única baldosa floja de la cuadra, el paraguas se va a dar vuelta sólo para molestarme, y yo luchando como una tonta haciendo papelones en la calle, mientras el agua aprovecha la oportunidad para invadirme como un ladrón que espera escondido a que abran la puerta. El cuerpo quedará enfriado, desabrigado, humillado. 
–No lo voy a soportar, y el mal humor va a ser la sombra que me acompañe todo el maldito día. Pobre cuerpo, no es justo someterlo a ese maltrato.
–Suena el despertador otra vez.
–Que suene.
–no puedo, es más fuerte que yo.
–¿Dije yo? estoy hablando de mí, alguna vez debo hacer lo que tengo ganas.
–La próxima, o quizás, no sé, estaría bueno, animarme digo, me siento tan bien acá, calentita, una vez, un primer paso, puede ser, estaría bueno ¿no?
–Hagámoslo. Sólo por hoy.
–No no no. Es una locura.
–Dale dale, que te cuesta.
–No, no puedo, no insistas.
–Una vez, por favor, animate.
–Basta, ya no quiero escucharte más. Es hora de levantarse. Un día cargado de obligaciones, responsabilidades y placeres, me espera. No le puedo fallar.



Andrea Larrieu
Texto producido en lo talleres de Siempre de Viaje.




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