"El sueño de Gauguin", José Luis Zorrilla Campos. |
Duraznos en verano
regalo absurdo
al hombre perturbado por su textura
los labios de durazno la besaron
aquella noche
en un lugar sin ladrillos ni maderas
ella volaba en el beso
sostenida por el mareo sutil del calor
dulce del durazno
que le rozaba la comisura entreabierta
comiendo de su rostro a la deriva
y ella quieta
por temor a que acabara
la incandescente humedad que despertó
las zonas opacas de sus pliegues más hondos
que sembró ciruelas y damascos sobre tierra seca
y agitó las fronteras de su piel
y así
los dedos se crisparon
todos
ronroneaba con los ojos cerrados
y se hacía de día
con nuevos pétalos en el cuerpo
acariciando las líneas vírgenes de calor
y un rincón
encontró lo que ansiaba
y otro
despertó de un sueño
y los dedos seguían gozando
sin dejar de estremecerse
y la espalda era toda
un látigo de movimientos imposibles
como el beso
y el almíbar que comenzaba a mostrarse
y el durazno de verano
de esa noche
con luz de tarde
y aire de siesta.
Lorena Suez, 2013.
Producido en los talleres de Siempre de Viaje.
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