Cita con la naturaleza
No puedo describir como pinchan los cardos, al lado de suaves tulipanes de papel barrilete.
No puedo dibujarles las aves que vi porque se escapaban en cada vuelo.
Intenté tomar unas instantáneas pero huían, solo estaban para los ojos atentos.
No puedo cantar el canto de los pájaros. No tengo su pico ni su garganta diminuta.
Vale la pena escucharlos con los ojos cerrados, oliendo el bosque de eucaliptos.
Después abrir los ojos y ver cómo entra en frecuencia esa música con los matices de la tarde y las sombras de los álamos.
Luego recomiendo recostarse boca arriba con las palmas hacia abajo y sentir el pasto que se anima a crecer,
se pueden mover los brazos de arriba a abajo para despeinarlo y dejar salir su mejor aroma.
Por último, coronar la cita con una frutilla de Coronda en la boca. Sentir la aspereza de sus semillas, morderla y saborear la acidez de su jugo.
Si después de eso no se enamoran, es asunto suyo.
Victoria Soler
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje
Victoria Soler en el Club Cultural Matienzo |
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