“Préstame
atención, a mí también me duele, yo también sufro”.
Pero
no, él no puede sentir, no debe sentir, que agradezca que lo dejaron
estar ahí, un ratito, que no se confunda.
Ese
no es su espacio, ese no es su lugar. Ahí están los grandes, los
que supuestamente tienen algo
importante
que decir, no los insignificantes como él y que agradezca que no
está junto al pollo, ese que colgaron de patitas.
Que
agradezca.
Lisbeth
Feinberg
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje
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