Inquietudes
¿En mi
cuarto soñé con la trinchera?
¿O en la
trinchera soñé con mi cuarto?
Al mismo
tiempo hay
un paisaje
adolescente invadido por el sol
paredes de
tierra húmeda que protegen...
Miles de
partículas flotan en el aire.
Juegan.
Se empujan
y acarician mis dedos temblorosos.
Junto mis
piernas.
Coloco las
manos entre ellas.
Me hago
pequeño
como un
niño.
Me diluyo
entre sábanas.
Prendo un
cigarrillo y tiemblo
por el
miedo
por el
frío
por esa
niebla que molesta
y duele.
Me dicen
que están cerca.
Una bomba
es una bomba
no un
arrullo.
En esta
duda el tiempo se detiene.
Cierro los
ojos
lentamente.
Me olvido
del aire
del suelo.
Me pierdo
en los colores y en el tiempo de una tarde de domingo.
Me arropa
alguien que amo.
¿Quién
salvará mi tarde cuando lleguen?
Cuando ya
no haya espera
ni
recuerdo
y me
pierda
solo
en mí.
Apago el
cigarrillo
cargo el
arma
me tapo
hasta la oreja
quito el
seguro
me
desperezo
la cara en
la almohada
el dedo en
el gatillo.
Escucho un
estruendo.
Tal vez
sea el enemigo.
Tal vez
una vecina.
El sueño
se rompe.
Abro los
ojos y espero la respuesta.
Veo el mar
infinito
el mar
el mar
un bote
yo.
Un
náufrago
a punto de
morir de sed
agotado
envuelto
en sal.
Mis
párpados van a caer
los voy a
dejar caer
no podrán
detenerse
no pueden
detenerse
Me veo en
una sala cubierta de espejos
veo mi
cara en los espejos
multiplicada
por mil en los espejos
deformada
por mil en los espejos
mareado
voy a caer
confuso
desmayado
no podré
detenerme.
Voy a
perderme en algún sueño.
¿En el
mar soñé con los espejos?
¿O en los
espejos soñé con el mar?
José Lupia, 2014.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje.
Emmet Gowin |
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