La
Maldita
Sorcière.
Umbría.
Brazos retorcidos, anudados, las higueras. Lavandas,
hierbabuena, espinos. Se arbustan mis manos con voracidad,
maldita aceleración de mi sangre impía. Uñas afiladas rascan
en la cerrazón.
Hexe
La
hojarasca cruje bajo mis zapatos. El aire rancio de bayas
descompuestas me respira asustadizo. Cicuta, mandrágora,
nenúfar y un poco de belladonna, ojos de serpiente. En mis
pupilas, la malhadada intención que anticipa un sapo.
Stregga
-¡Venid
a mí!
-¡Venid
a mí. Oh, poderosas criaturas!
Demonios
del bosque.
Aves
siniestras,
Sombras
tenebrosas,
Gnomos
de la profundidad,
Guardián
de los Infiernos.
¡Venid
al aquelarre!
Levanto
los brazos con majestad. Invoco tempestades, remolinos, vendavales,
mares arrebatados, lluvias devastadoras.
Meiga
Arranco
los harapos de mi carne perversa. Convocatoria de la luna que
aúlla lobos. Danzo sin poder detenerme, desnuda, hambrienta,
desenfrenada. Bailo, bailo entre lengua de fuego, vuelo, salto,
caigo.
Mis
antiguas manos, huesudas crispan el poder sobre el caldero de las
pócimas.
Maldición
centelleante. Conjuro de ponzoña lanzado a lo infinito, envenena mi
sangre carroñera.
Soy
gato negro erizado. Soy búho aterrador. Soy cuanto quiero ser.
Bruxa
Me
desmorono en el suelo, los codos en la tierra. Arqueo mi columna, más
aún. El pelo blanco se desprende a mi costado. Imantada a la tierra
enmohecida, impedida de erguirme. Son mis manos, patas. Son mis
piernas, patas. Se amarrona mi piel, se vuelve pelo. El mentón se
contrae, la nariz y la boca se adelanta. Incisivos que roen. Orejas
largas, agitadas al bisbiseo ínfimo.
Soy
liebre obscena, impudente. Profana, lujuriosa, promiscua.
Soy
Sorcière
Hexe
Stregga
Meiga
Bruxa
BRUJA,
BRUJA, BRUJA, BRUJA, BRUJA, BRUJA, BRUJA, BRUJA.
Olfateo
estiércol. Rebotan cascos de caballo sobre el suelo.
Un
estertor desarticula mi malicia extasiada. Silba en el aire, el
filo del espada sobre mi pata. Certera.
La
mano astuta. Cien mil veces maldita. Mano precisa que manca y
aniquila mi dominio. Chillo malherida, me arrastro. Desangro en
amarillo, verdes, grises.
La
misma mano sujetando crines, empuña la fusta y huye
majestuoso, altivo con laureles.
Yo,
liebre, agonizo entre las matas.
Sobre
su cuello, mi pata descarnada. En su pecho amoroso, buena
estrella.
Alicia Álvarez, 2014.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje.
Lauren Withrow |
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