Salen de mi boca palabras en un
idioma extraño. Las veo salir. De a una.
No tienen sonido, solo las puedo
ver.
Las formas de las letras son muy
dispares. Alargadas, más gordas, algunas demasiado rectas, de
colores, otras muy oscuras.
Las letras se unen pero no logro ver
que me quieren decir, no existen esas palabras en mi castellano. Tres
consonantes con una vocal, tres vocales y una consonante. Una
mayúscula al final de la oración, una minúscula después de un
punto.
Las palabras, que en sus formas me
hacen pensar que son comunes, se vuelven un código indescifrable.
Y salen de mi boca como un enjambre
de moscas sin sonido. Desesperadas, avasallantes, a los empujones
unas con otras, mudas.
Las veo, pero no las escucho. Salen
de mí y no las entiendo.
Me despierto a mitad de la noche
empapada en sudor, asfixiada, con mucho miedo.
Miedo a quedarme sin voz.
Despierta, me tranquilizo.
Tal vez esta sea mi nueva forma de
decir.
Mariana Avendaño, 2015.
Texto producido en los talleres de Siempre de Viaje.
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