Es de noche, sobre la
arcilla del camino pega el sol de enero.
Sé que vas sentado a
mi lado. No necesito mirarte.
Estamos llegando tarde.
Los animales de la
oscuridad se esconden tras las piedras grises. Sus bisbiseos me hacen
cosquillas en la oreja. Se lavan entre sí. Lamen con lenguas
ásperas.
Vamos a llegar apenas
tarde.
No estás enojado
aunque hay una suave decepción en tu silencio. Si vuelvo la cabeza a
hacia vos, vas a sonreír. Tal vez tendría que tomarte de la mano.
Pero alguien viene. Nos persiguen. Reflejos azules bailan sobre el
tablero del auto.
Nadie conduce. No hay
volante. No hay aceleración ni freno.
Deberíamos escapar más
rápido que esto. Intento decírtelo.
No sé cómo.
Los animales corren al
lado del auto y nos pasan. Un nene en bicicleta nos pasa.
Escucho un vacío de
cigarras.
Veo un árbol, una
rama, un búho iluminado.
La policía se pierde
pero estamos llegando tarde. Por este camino de tierra, tarde.
Demasiado tarde.
Eugenia Coiro, 2015.
Patricia Van de Camp |
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