- Buenas tardes, estoy buscando mi vergüenza.
Francamente
la perdí hace años,
Pero
me dí cuenta ayer, cuando alguien me preguntó:
“¡¿Usted
no tiene vergüenza?!”
Pensándolo
bien, creo que no fue una pregunta,
Más
bien una exclamación.
Como
sea.
Vine
a ver si ustedes la encontraron,
Porque
me interesa recuperarla.
- Para ser honestos, señora, tenemos el depósito lleno de vergüenzas,
Ya no sabemos qué hacer con ellas, nadie las quiere,
Las personas pierden la vergüenza con una facilidad nunca vista!
Las dejan tiradas en cualquier parte, a la vista de todos,
Y usted sabe: ¡es tan triste ver las vergüenzas ajenas!
Por eso nos llaman, constantemente, ¿escucha cómo suena el
teléfono?
¡Así todo el día!
Nos llaman y nos dicen que hay no sé cuántas vergüenzas
perdidas,
Dando vueltas por Parque Patricios, o San Telmo, o Recoleta…
Es más, tenemos algunos puestos móviles en zonas de la Capital,
Son lugares donde el índice de pérdida de vergüenzas es
altísimo,
Por ejemplo en la manzana de la Casa Rosada…
El puesto que está en Plaza de Mayo junta vergüenzas y memorias.
Si ve la cantidad que tenemos se cae desmayada!
Mire, le voy a ser sincero,
En los años que llevo trabajando en esta oficina
Nadie vino, jamás, a buscar su vergüenza perdida.
Y es una pena, porque algunas, sólo algunas,
deberían conservarse.
Comunicado
Nº 20.809:
Hemos
resuelto vivir sin vergüenza.
No
seremos más el objeto precioso, de exhibición y poder, que ostentan
algunos de ustedes, caballeros, cuando tienen un problema de
autoestima y no quieren resolverlo.
¡No. No lo seremos!
Tampoco
nos trasformaremos en clones de María Amuchástegui, o Catherine
Fulop, adictas a la mancuerna y el crossfit.
¡No. No lo haremos!
No
cortaremos, no aspiraremos ni electrocutaremos ningún centímetro
cuadrado de nuestro esférico cuerpo.
¡No. No queremos!
Dejaremos
crecer nuestros bellos púbicos y axilares hasta el largo que nos
plazca.
¡No nos depilaremos!
Beberemos
jugos y elixires No Diet; saborearemos deliciosos flanes, masas y
tortas.
¡Y panecillos con manteca!
Prenderemos
fuego al pareo que oculta del sol a nuestras caderas, lo haremos
arder flambeando al viento.
¡Si. Lo flambearemos!
Somos
muchas, como un océano voluptuoso, carnoso, apetitoso.
¡Desvergonzadas y felices!
Fin del
comunicado.
Eva Lafranchini.
No hay comentarios:
Publicar un comentario