martes, 23 de agosto de 2016

Nada. Eso * Federico Castro Walker




No tengo que hacer nada más que estar. No hay porqué hacer, justificar el lapso vacío. Miro alrededor sin interés. Y no me preocupo. Las manos me piden actividad. Lo mismo una ansiedad en el pecho. Que se aguanten. Mi única actividad será en todo caso ignorar a la obligación. Voy a dejar que esta luz tenue me invada. Que este aire casero se instale en mis pulmones. No me voy a poner a ordenar. No pienso controlar los mensajes del teléfono o la computadora. Este tiempo tiene su propio ritmo, su peso específico. Es puro, no le hacen falta agregados. No hay que llenarlo. La pulsión de legitimar el momento haciendo vuelve a aparecer y de nuevo la rechazo. No espero que el ahora se convierta en iluminación, que me dé alguna respuesta largamente buscada. El vacío es dueño. Tampoco se va a apropiar de esto un método de respiración o relajación. No hay tarea. Descanso, sí, pero de carambola. Es un rato de nada. Se desliza, se escurre, pasa. Sin contenido. Una gloria.



Federico Castro Walker, 2016.



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