domingo, 4 de septiembre de 2016

Tótem * Ted Hughes



Para apartar (lo que fuese) o para atraerlo
pintaste en todo corazoncitos.
No tenías otro logo.
Ese era tu objeto sagrado.
A veces pintabas a su alrededor una corona
de flores, hojas verdes y pétalos amarillos, como una niña de ocho años.

Otras veces, a un lado, el pájaro azul de los ocho años.
Pero, sobre todo, corazones. O un sencillo corazón rojo.

El marco del gran espejo lo pintaste de negro-
Y entonces, en su dorso, corazones.
Y en tu vieja máquina de coser Singer-
corazones.
Carmesí sobre negro, como en las lamparillas.

Y en la cuna que hice para una muñeca pintaste
corazones.
Y en el umbral por el que entró tu hijo,
un corazón.
Carmesí sobre negro, como salpicadura de sangre.

Ese corazón era tu talismán, tu magia.
Como los cristianos tienen la cruz tú tenías el corazón.
Constantino tuvo la cruz - tú, tu corazón.
Tu Genio. Tu Ángel de la Guarda. Tu Demonio Familiar.

Pero cuando te arrastrabas buscando seguridad
al seno de tu Ángel de la Guarda
hallabas a tu Demonio Familiar. Como un posesivo
pez-madre, demasiado ansioso por protegerte,
te devoró.

Los corazoncitos que pintaste en todo
permanecen como rastro de tu pánico.
Lo que la herida salpicó.

La huella
de quien te capturó y te devoró sin duda.




Ted Hughes, Cartas de cumpleaños.


Dibujo: Sylvia Plath

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