Durante el
día, duerme una mujer dentro de mi cuerpo.
Se
despereza entre mis vísceras y huesos.
Estira sus
brazos y con sus puños, lenta y constante, presiona mi pecho.
Nada entre
mis líquidos que son suyos y a veces, creo escuchar su voz
susurrando.
Descansa,
piensa, juguetea.
Eso sí:
se va por las noches.
Yo finjo
estar dormido pero escucho todo.
Con sus
uñas, comienza a rasgar mi carne desde adentro hasta crear una
hendidura.
Puedo
sentir su éxtasis cuando el haz de luz tenue comienza a filtrarse.
Rasga.
Abre.
Rompe.
Por ahí
sale.
Contengo
reproches, porque sé que no le puedo reprochar nada.
Y la
espero. En una noche larga.
Sé que a
la mañana vuelve.
Procura no
despertarme.
Camina
descalza, con los tacos en las manos. A veces, trastabilla.
Abre la
hendidura y se vuelve a meter dentro de mi cuerpo para dormir durante
el día, para que yo la quiera y le diga que siempre voy a ser su
casa.
Una casa
florida, de primavera.
Una casa
en la que pasar los días, y las noches.
José Lupia, 2017.
Producido en los Talleres de Siempre de Viaje para la muestra Mujeraje de Elizabeth Vita.
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