lunes, 11 de septiembre de 2017

Le temo a la oscuridad * Mercedes Marcer



Le temo a la oscuridad, mejor dicho, a la noche. Siempre que puedo, trato de dormir con mis padres pero me dicen que ya soy grande. Entonces duermo en el piso o en la silla. Cuando mamá me despierta para ir al colegio, se enoja. Me reta, dice que tengo la suerte de tener un lugar cómodo donde dormir, que soy una afortunada y no sé cuántas cosas más. A veces papá viene en medio de la noche, me levanta del suelo y me acuesta entre las sábanas. Yo finjo que duermo y apenas se va, salto directo a la alfombra.
En lo de la abuela, la cama no mastica ni envuelve mi cuerpo con saliva espesa. No lastima. Esas camas están muertas. La mía vive, despierta hambrienta a eso de las once. Ya mató a mi oso Pedro y a Eduarda la conejita. Escuché sus gritos desesperados. Mutilados, los vi perderse en las vísceras verdefrazada.
Conmigo no pudo, todavía.




Mercedes Marcer, 2017.
Desde los talleres de Siempre de Viaje para Viaje Fantástico.




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