El trayecto es recto; cuando sube por las colinas, va derecho hacia las nubes. Grandes campos vacíos; los autos andan por la ruta como succionados. Poco después de Piney me controlaron unos policías asombrados, que no me creían una sola palabra y ya me querían llevar con ellos en el patrullero. El entendimiento llegó recién por medio de la ciudad de Munich. Dije Oktoberfest y uno de los policías había estado ahí alguna vez y se acordaba de la palabra glockenspiel y de la palabra marienplatz, las sabía decir en alemán. Después me dejaron en paz. Desde muy lejos, desde una colina, vi Troyes. Luego unas grullas me pasaron volando en perfecta formación. Volaban en contra del fuerte viento, apenas un poco más rápido que yo a pie. Eran veinticuatro, grandes, grises y de vez en cuando una emitía un chillido ronco.
Werner Herzog, fragmento de Del caminar sobre hielo.
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