domingo, 25 de febrero de 2018

Mujeraje * Federico Castro Walker


Mujeraje se juntó. Previsto/imprevisto. Sabe/no sabe para qué. Para dónde. Ellas. Dejarlas ser ellas. Encuentran la vuelta y esos miles de miles de detalles de miles de mujeres juntas, coinciden en una síntesis de tres palabras, o cinco. Esos miles de miles de pensamientos prosaicos/poéticos/apocalípticos cuajan en un pensamiento o dos, que tienen la gracia de servir a todas.
Mujeraje que en corriente se agrupa, se mueve. Imperceptible en la superficie del agua. Hasta que crece en la rompiente.
Se mueve bien la unión de todas. Y le mete, le mete. Hace fuerza.
Empuja, insiste, más sutil, más evidente, menos, fecundada o no, abrazada o no, contenida o no, acompañada o por la suya. Con dolor muchas, muchísimas veces. Cargas infinitas. Defectos a la vista, llantos, caídas.
Cara contra lo imposible, cara contra los poderosos, venciendo la pobreza de modo inadvertido, aceptando y cuidando al miserable.
Despreciado mujeraje, por ignorancia, mala voluntad. Y no para de sembrar, cosechar, alimentar, capaz de renuncias que asustan. Gracias a tanto amor puesto ahí, tanta cosa revive que parecía muerta.
Mujeraje que es madre tierra. Cuantas veces seca, igual se queda, se aguanta, no renuncia. No cesa en el gota a gota de cada día, taladra montañas.
Mujeraje capaz de expresar dolor, sentirlo, llorarlo. No se rinde cuando los caminos se cierran.
Cuanto para agradecerle, pilas de paciencia, palabras ciertas maduradas. Tanto aliento cuando las certezas caen. Tanta paz cuando ya no se sabía de dónde podía brotar.
Mujeraje capaz de morir para dar vida. De morir mil veces a gustos, sueños, descansos, para que no se arruine el fruto.


Federico Castro Walker


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