Quietas, tímidas,
sus cicatrices sabor miel cosquillean cuando las roza con sus dedos,
cuando las descubre con los labios. Cicatrices avena sobre su piel
sin tiempo lo hacen pensar en todos los silencios acumulados. Le
pregunta de dónde salieron, cómo llegaron a vivir ahí. Ella lo
mira, le devuelve la caricia y deja pasar el tiempo. Espera que un
día, se olvide de toda su curiosidad. Él a veces le acaricia el
pelo mientras duerme y, poco a poco, se resigna a que nunca murmure
secretos entre sueños, nunca le confiese cómo fue su vida antes de
ese verano. Poco a poco, comienza a entender que no puede saberlo
todo, que siempre, aunque estén enamorados, van a ser dos.
Laura Ramírez, 2018.
Tina Modotti |
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