sábado, 17 de noviembre de 2018

Ganas de no * Liliana Barrenechea

                                           

            Cuando se apoderan de mí las ganas-de-no, de no escribir, de no ir, de no hacer, en ese dejarme estar me gana la tristeza. Le doy el permiso para que entre. Todo mi tórax se ensancha con sombras amorfas de aire espeso y oscuro. Me duelen las costillas hasta que cataratas de lágrimas saltan de mis ojos. Hoy es imposible reprimirlas, no son esas delicadas que se deslizan por las mejillas en una poesía de amor. No, estas salen propulsadas en caída libre ¿me darán consuelo y ganas de sí? 
            Ganas-de-no se instaló hace unos días. Inmovilidad. Hombros agarrotados. Dolor, desánimo, agotamiento. Desazón. ¿Momento de receso para recargar energías?, ¿podré? Esta vez, ganas-de-no, distinta a ganas de no hacer nada, entró por el medio de mi espalda, por ese círculo donde hace mucho tiempo, una bruja me dijo: “A vos te entran por acá”, y me tocó ese punto. Quiénes entraban nunca me lo pregunté. Ahora creo que mis ganas-de-no (¿son mías o yo soy de ellas?) entraron por ahí, se dividieron, unas fueron hacia arriba, otras hacia abajo, por los intersticios de cada vértebra. Paso a paso doblaron mi espalda, cargaron con bolsas de arena mis omóplatos, rigidizaron mi cuello. Como un tigre olfateando mi nuca me inmovilizaron.
            Mi parte delantera, lenta y agobiada, quería hacer algo, cambiar de posición, pedir ayuda. Se cerraba mi garganta con una tos seca. Pude enviar un mensaje de ganas-de-no por whatsapp. Al final del día, escuché una voz inconfundible, motivadora, con la sensibilidad justa para hablarle a mis ganas de sí. Un sol de palabras y deseos de escribir eclipsó a ganas-de-no. De a poco las fauces del tigre desaparecieron de mi cuello, aunque dejaron su marca. Giré mi brazo hacia mi espalda, roté mi mano y saqué el tapón del agujero. Empezó a salir un humo denso, gris. 
            Movilizo mis hombros lentamente hacia delante y hacia atrás, noto que ya no me duele el pecho. Conecto con la sabiduría del cuerpo. Escucho la necesidad de mi espíritu. Abro la computadora y escribo.



Liliana Barrenechea, 2018.


Michael Kenna

1 comentario:

Norberto Montero dijo...

HERMOSA DESCRIPCIÓN INTERIOR. BELLA RESOLUCIÓN. IMPECABLE ESTRUCTURA.