Todo
empezó el 18 de febrero del año 2000. Mi hija, llamada Andy, había
cumplido cinco años. Le habíamos comprado una muñeca y la llamó
Kate. Desde ese momento nunca se separó de ella. Después tuvo
dolores de cabeza y panza. Fuimos al doctor y nos dijjo que estaba
completamente en buena salud y que probablemente lo estaba fingiendo
para no ir a algún lugar. Pero ella no era así. Siguió
teniéndolos. Le dimos aspirinetas pero solo la tranquilizó por
algunos días.
En
su cumple de diez
le regalamos una
casa de muñecas y estaba muy agradecida. Cuando intentó poner a
Kate allí, le comenzó a dar una terrible jaqueca. Estuvo en cama
por algunos días enferma. No pudo disfrutar de su cumpleaños.
A
la otra mañana tenía fuertes calambres de pierna y se quedó otra
vez en la cama.
El
primer día de escuela no se podía levantar. Le agarré la mano y me
ayudó su papá pero nada funcionó. Se quedó así como una semana.
No podíamos seguir así. Fuimos al doctor de vuelta:
-Es
solo un calambre -dijo como si nada-Con una cápsula de ibuprofeno
por día estará perfecta y podrá ir al colegio.- No fue así, ella
no estaba bien.
Hicimos
lo que el doctor recetó, pero no funcionó. Entonces consultamos con
un experto. Nos dijo que básicamente tenía las piernas duras y
lento crecimiento del cuerpo. Nos preguntó sobre sus antepasados. A
ninguna le había pasado nada parecido. Un día se sentía bien, otro
mal y otro peor.
Faltó
a la escuela demasiado. A la noche, cuando le estaba por servir la
cena en la cama, intenté acariciar su mejilla aunque estaba dura y
no la sentía. Intenté todo: crema, espuma para la cara… Hasta
intenté pegarle porque quizás abajo estaba su piel. Pero no
funcionó, nada funcionó.
Otra
semana noté que estaba mucho más baja. Ella tenía una buena
alimentación así que era imposible que se esté desnutriendo. Me
acurruqué al lado de ella y agarré su mano pero no era su mano,
estaba sólida.
Cuando
era hora de tomar su medicamento, aunque casi no funcionaba seguíamos
dándoselo por las dudas, la llamé pero no respondió. Corrí hacia
la habitación. No había nadie. Lo que si noté es que había una
pequeña muñeca en la cama con la misma ropa que Andy. Desde ese día
la cuidé, le compré ropa y le dí una casa para ella sola. Aunque
nadie lo sepa yo sé que sigue estando aquí, estoy segura. Ahora me
está comenzando a dar una jaqueca terrible. Me tengo que acostar o
descansar…
Cami, 2019.
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