viernes, 12 de julio de 2019

Tornaflorado - Ignacio Goldsmit



No existe una sola forma de ocupar la respiración; las respiraciones costodiafragmáticas no son de igual carácter que las respiraciones de pecho.
Las primeras implican la relajación de tensiones y músculos, un manejo eficiente y económico, sobre todo, placentero.
Las segundas, de menor apoyo vital, agitan las tensiones internas y, si no se es cuidadoso, implantan un endurecer general.
Resulta poético que exista una forma placentera de ocupar el acto principal del vivir. El canto apoya sus bases en la relajación y la respiración adecuada, entonces se habla del cantar como una forma de atravesar el umbral de la experiencia, la puerta del deseo, de fundirse en la forma, de ataraxia y espaciamiento, de estirar los músculos del cuerpo, de entonar las tensiones constantes y conectarse con lo real. 
Esto no es natural, aunque lo sea.
Originalmente, todo niño nace con una respiración de estómago, pero las potencias de su voz interrumpen el orden de los adultos. Algunos adultos los mandarán a callar olvidándose de su infancia, modifican entonces los niños su respirar en gesto de adaptación: buscan respiraciones cortas, superiores, rápidas, de menor potencia. 

Este hecho da pie a dos reflexiones. 
Uno, cada respiración es una oportunidad de ocupar el mundo de forma grácil, cómoda y suave.
Dos, las voces más potentes son las que gritan cosas por nacer, la voz que canta canciones que resuenan por toda la tierra: 
el niño, 
la semilla, 
la oportunidad.


Ignacio Goldsmit, 2019.



Anne George

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