M. Jacobs |
Miró la ventana rota. La arena continuaba filtrándose, pero más despacio; ahora se acumulaba sobre el lado derecho de la ventana, no sobre el izquierdo.
Atisbó la forma de lo que fuera que había visto bajo la arena, pero era imposible distinguirla. Esa cosa parecía formarse de la arena misma. Era humana, pero pequeña, de un tamaño similar al de India.
La arena se arremolinaba formando sogas y nudos, y poco a poco fue esculpiendo la silueta y la imagen de un niño. En pocos segundos se hizo evidente que era una niña.
(...)
Cuando apretó el obturados, la torpe figura de arena se sentó repentinamente y la arena que formaba el pecho y la cabeza se desparramó. Era una niña negra, de complexión menuda y rostro sonriente, cuyo cabello corto había sido prolijamente dividido en ocho cuadrados, trenzado y atado con cintas. Llevaba un vestido rojo, mal hecho y de textura tosca: era de la misma tela que las colchas de las camas, incluso tenía el mismo adorno de flecos en el ruedo.
india se quedó inmóvil en la ventana, la cámara colgando contra su pecho palpitante. El calor del sol fustigaba su cabeza desnuda.
La niña negra alcanzó gateando hacia la ventana. Desparramaba arena a medida que se acercaba, revelando a cada segundo lo negro de su piel, lo rejo de su almidonado vestido rojo. india se oblicó a seguir mirando.
Michael McDowell, Los elementales.
Propuesta de escritura para hoy:
-¿Alguna vez te obligaste a seguir mirando?
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El libro recomendado de hoy es Los elementales de Michael McDowell.
#ventanaalaescritura
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