una sirena choca contra la ventana
con su larga cola escamada deja
sobre el vidrio marcas tenebrosas -que ya nadie puede mirar a través-
ahora es como un portal
hacia la oscuridad submarina.
yo observé toda la escena sentada
apenas pude mover la mano que sostenía una taza de café y sólo moví los ojos casi sin respirar
como arrastrada hacia una gran boca
y ese monstruo con forma triangular que también me miraba sin apenas moverse
también podría ser una deidad muy antigua
inmóvil hace siglos encerrada
en sí misma.
el cuarto era ahora un submundo
pero se podía oír otro choque
el de placas tectónicas
que se desplazaban con su movimiento
provocando
una falla geológica
o la expansión de un océano.
pero apenas todo se mantuvo en silencio
-todo había pasado-
sentí
que por la línea de mi pierna
bajaba
-ese rasguño no estaba antes ahí-.
Soledad Gopar, 2020.
@ellahaciaeleste
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