Antes, aún tiene que meter al armario las tazas e instrumentos, por si acaso. Se pone bajo el agua corriente y frota los restos de su familia de porcelana. Así se conserva la mujer, en sus ingredientes, de los que está hecha. Lo ordena todo, hasta su propia ropa, por tamaños. Se ríe, avergonzada. Pero no tiene gracia. Amontona orden sobre las bendiciones de que disfruta. No le queda nada. De las ensangrentadas plumas de pájaro sobre su camino ya no se ven muchas, porque también un animal tiene que comer. Sobre la nieve queda una película fuliginosa, que desaparecerá en pocas horas.
Elfriede Jelinek,fragmento de la novela Deseo.
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Gottfried |
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