miércoles, 5 de mayo de 2021

Ricardo en Ventana a la escritura

 


LAS CUATRO ESTACIONES



INVIERNO



Me da tristeza ver

en el amanecer gélido

esos espectros amenazantes

en el balcón.



Observo casi en sueños

abro la ventana

siguen húmedos

el sweater bordó y pesado

interminable pantalón negro

camiseta gris térmica

y el gorro de lana tan gris perla

ayer me lo calcé para una compra

de última hora, cuando era oscuro.



Los estrujé antes en un balde

ateridos los dedos

y ahora unos cuervos

negros como esta temporada

con ojos brillantes

se los pueden llevar.



Desde mi confort

calentito

no estoy seguro si haría algo

para impedirlo.



Puede que más bien

nada.



Primavera



Me gusta ver la ropa

recién colgada

en el tender del balcón



a mis prendas

las espío

cuando quedan chorreando agua

flamean como banderines

íntimas divisas coloridas

el buzo de correr verde flúo

mi pantalón corto gris de correr sin bolsillos

las medias negrirojasverdes

aquel slip1 a rayas negro y rojo

esa remera drifit turquesa

han llegado orondas desde la ducha

donde les di

contra mi cuerpo transpirado.

su merecido jabón blanco



Las cuelgo con respeto

ajusto bien los broches

porque temo

que mientras pierdan

su líquida gravidez

se enamoren de ellos

la brisa primaveral generosa

el sol gentil

y quieran fugarse

como yo lo haría

de esta mañana

enamoradas.



Verano



El sol

ha resecado

mi balcón



las prendas

ayer no tuvieron

ni un chapuzón



Ruegan clemencia:

la camisa de trabajo (sus axilas amarillas)

la remera otrora transpirada

las ojotas que quedaron allí del fin de semana

con la malla (unicolor)



prendas escasas

saben de mi aversión a la canícula

a mi cuerpo adheridas

se han enterado de mi hastío

ante la insoportable levedad vaporosa

de esta ciudad sin aire

agobiante.



Apenas se mecen bajo el hálito

que el río ha eructado y los caños de escape

recalentado a fuego lento en las tardes

abrasadoras, cuando el taladro neumático

hace de todo una masa

inescapable.



Por ello, no me importaría

que vuelen

o desaparezcan

lo único que ruego

es no tener que salir

a recogerlas.



Tengo mucho calor.

1 Extraño llamarlos calzoncillos. Eran castizos y bien nacidos. Así los siento tan extranjerizados.


Ricardo Czikk, 2021.



Arcimboldo


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