Momentos como este son los que jamás olvido. Es como si caminara en la nada misma. Siento la arena, atraviesa mis dedos uniéndose a ellos, volviéndose parte de mi piel. Pero mis ojos no la ven, no notan la diferencia entre ella y el agua a su alrededor. Un conjunto negro, una oscuridad brillante bajo la luz de la luna.
Y de golpe se escucha el ruido, una ola casi invisible choca con la orilla, apenas resaltan los pequeños fragmentos de espuma blanca que salpican para todos lados. Mientras se acerca, con timidez, pero rápido.
Primero me observa, parece que quiere esquivarme, al final envuelve mis pies. Una sensación de frio placentero, cómodo, que dura solo un instante. Vino a llevarse la arena que quiso volverse parte de mí. Ese no es su lugar.
Levanto mi pie, listo para seguir adelante, y que todo comience de nuevo.
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