Me aburre mi modo de caminar con los pies apuntando hacia adentro para no desviarme continuamente hacia el centro de la calle o contra la pared. Me aburren las largas horas en el retrete, donde siempre hace frío; me aburre el chofer que me mira con compasión al verme bajar de su coche; me aburren Buda y Confusionismos y me aburre mirar hacia adelante y me aburre mirar hacia atrás; solo querría que viniera Demócrito o algún otro de aquellos formidables paganos y dirigiera impunemente las cuencas vacías de mis ojos, con malsana alegría, con desdén y provocación, hacia el sol fulgurante que ciega a todo aquel que puede ver.
Frigyes Karinthy, Viaje alrededor de mi cráneo.
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