Un niño alto, flaco y cabezón, con inmensos ojos negros y húmedos, comiendo o más bien devorando un puñado de alimento para gatos: esa fue la primera imagen que Gonzalo tuvo de Vicente. El niño bajó la escalera con coquetos pasos tentativos y el pretendiente lo saludó con esa alegría exagerada y penosa característica de quienes no están acostumbrados a tratar con niños. Vicente no le contestó, pero lo miro con picardía y se acercó para ofrecerle, ceremoniosamente, un poco de su comida, que Gonzalo no sabía que era para gatos: se echó en la boca, por pura cortesía, el aparente puñado de galletas o cereales, y casi vomitó ahí mismo. El niño articuló una sofisticada sonrisa de bromista consumado.
Alejandro Zambra, Poeta chileno.
Artista: #NicolettaCeccoli
No hay comentarios:
Publicar un comentario