Mientras barro el agua
acumulada en el sendero
de la casita de la isla
el sendero hundido
deformado por los años
las raíces se abren paso
por el subsuelo del pantano
barro el agua y vuelve
barro y vuelve
la expulso una y otra vez
tan terca como siempre
tan obstinada ante las negativas
ante las imposibilidades
el fango lábil de la isla
no alcanza a retener
la expulsa él también y me la devuelve
así se libra una batalla que dura
hasta que las manos duelen
hasta que la espalda se cansa
los brazos que han ido alternando
se entumecen
las axilas húmedas
como el borde del camino
no hay nadie a mi alrededor
a largos metros kilómetros tal vez
nadie que me condicione con su mirada
uso shorts y barrer así
en pantalones cortos
me remonta
una vez más
a la historia de mi mamá y mi papá:
“era paraguaya
y barría la vereda en shorcito”
así la describía ella a la amante de papá
paraguaya y en shorts
como yo ahora
podría ser la amante de algún hombre
casado si quisiera
un hombre con dos hijos
y uno más en camino
un hombre que llegó tarde al parto
un hombre que se enojó mucho
porque el bebé murió al nacer
un hombre que no se quedó con la mamá
con la mamá que se puso muy triste
y se olvidó de que tenía dos hijos más
y un marido
y una cierta felicidad
una mamá a la que se le fue
el corazón en ese parto
que volvió a casa sola
dolorida hinchada y sola
una amante paraguaya
que barría en shorts
y no quería que su marido
le contara a mi mamá
una amante con los ojos morados
y un marido borracho
que gritaba que la puta de su mujer
se acostaba con su marido
una madre que ya no era
mi mamá
una madre que bebía todo el día
y no paraba de llorar
qué habría sido de ese hijo
si hubiera vivido
cómo contaría Juan Pablo su historia
cómo lo condicionaría nacer
en medio de ese caos
provocarlo germinarlo
no como yo
que vine justo tres años después
para solucionar todo eso
para que el dolor
por fin
se fuera
(hay que barrerlo como el agua
fuerte fuerte
para que no vuelva)
Virginia Janza, 2022.
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